Escultura. Las primeras muestras del arte escultórico hace ya su aparición en el periodo paleolítico. Interesantes representaciones de la figura humana, preferentemente femenina ("Venus"), son ejecutadas sobre piedra o hueso. Al parecer, obedecen a un primitivo culto a la fecundidad. Son igualmente de resaltar las figuras de animales realizadas sobre hueso, de carácter vivamente naturalista. En Egipto, la figura alcanza gran perfección, con formas a menudo colosales, representaciones de dioses y faraones, en piedra, granito o basalto. Se distinguen, por su marcado hieratismo y disposición frontal. Junto a la escultura exenta alcanzó también gran difusión el relieve, con los cuerpos invariablemente de perfil. En Caldea, la figura humana es maciza, de tamaño mediano e interpretación realista. En Asiria, es el relieve el que alcanza máxima preponderancia. Los cuerpos son también macizos, de fuerte musculatura y rizadas barbas. El soberano y sus hazañas bélicas son los temas predilectos. Más interesantes son para nosotros las escenas de caza, en donde las figuras de animales están observadas con extraordinario realismo. Característica también es la representación de los animales fantásticos, tales como los toros alados, que encontramos de nuevo, con algunas modificaciones, en la estatuaria persa. En ésta, la inspiración mesopotámica se impregna ya de cierta elegancia helénica. Largas, parsimoniosas procesiones de personajes substituyen aquí a las cruentas visiones de los relieves asirios. Pero donde la escultura alcanza su punto culminante es en Grecia. Partiendo de un período arcaizante, con representación de jóvenes y muchachas de acentuado hieratismo y sonrisa estática, la escultura evoluciona hasta conseguir la libertad de movimientos el dominio de la expresión y de la representación anatómica. El cuerpo humano en su desnuda perfección, constituye la máxima aportación helénica; que alcanza su momento álgido en el siglo V a. de Jesucristo).Sus principales figuras son Mirón, Policleto Praxíteles y Fidias. Después de la escultura etrusca, de la que conservamos retratos de sorprendentes realismo y fuerza expresiva, en bronce y terracota, llegamos a Roma, continuadora del arte helénico, al que supo muy pronto infundir un sello distintivamente romano. El retrato, en mármol o bronce, alcanza la máxima individualidad con notable expresividad de las sutilezas psicológicas de los personajes, a veces con intensa y dichosa lascivia, y el relieve de tipo histórico descriptivo y exacto. En el imperio bizantino, la escultura fue poco cultivada, limitándose prácticamente a la ornamentación de capiteles y talla de marfiles. Las formas son rígidas y la preocupación anatómica nula. En el mundo árabe, los pudores religiosos inhibieron también el arte escultórico, que tuvo que limitar su inspiración a la decoración floral o geométrica sobre estuco, piedra, marfil o madera, con algunas excepciones en los califatos de España y en Persia. En Oriente, data de muy antiguo la escultura china, realizada primero en bronce (2º milenio antes de Jesucristo) y luego en madera. Mas tardía es la japonesa en principio de carácter exclusivamente religioso. La India cuenta también con una antiquísima escultura (2º milenio a. de J. C.). Para muchos, este arte alcanzó su apogeo en los siglos V - VIII d. de C. Fue ampliamente difundida por los territorios vecinos de Java, Ceilan y Angjor. Igualmente la América precolombina concedió a este arte especial interés. En él destacaron los mayas, creadores de estelas conmemorativas, placas de piedra y esculturas de bulto redondo, así como los aztecas, con sus composiciones en relieve, discos pétreos y estatuas de guerreros, animales y divinidades No así los incas, cuya actividad se concentró principalmente en la construcción arquitectónica y decoración cerámica. En la Edad Media europea, el arte románico dio un evidente incremento a la escultura que había sufrido un golpe moral con la caída del Imperio. Al desembarazarse de la primitiva rigidez los capiteles y portadas de las iglesias y monasterio se llenan de escenas religiosas, temas florales, animales fantásticos, etc. El gótico, continuador y perfeccionador del románico, se desarrolla ampliamente en la decoración de monumentos sarcófagos, etc. Aunque usando a menudo temas afines al románico, se diferencia de éste por su mayor naturalidad y alegría, así como por incorporar escenas de la vida de la gente común. La escultura renacentista tiene su punto de arranque en Florencia, más pronto se difundió por toda Europa. La vuelta a la antigüedad lleva al escultor a un renovado entusiasmo por el desnudo y los temas mitológicos, dentro de la serenidad y proporción clásica. Figuras cumbres son Ghiberti, Donatello, Della Robbia, Verrocchio y Miguel Angel. El renacimiento no tardo en desembocar en el barroco, donde las líneas se ondulan, las formas se contorsionan y la expresión se torna patética, donde todo es movimiento y contraste de luz. La máxima personalidad de este momento es Bernini. En España adquiere la escultura un carácter propio gracias a la escuela de imagineros, rígidamente apegados a los temas religiosos, entre los que se cuentan, Alonso Berruguete Gregorio Hernández, Martínez Montañez Alonso Cano, Pedro de Mena, Salzillo, etc. Como reacción frente a los excesos barrocos surge el arte neoclásico con un afán de volver a alcanzarla serenidad grecolatina Escultura fría y de escasa inspiración Sus mejores artistas son el italiano Canova y el dánes Thorwaldsen. Tampoco la escultura romántica supo crear obras dignas de su aliento. Tenemos que esperar a la aparición de Rodin, Meunier, Bourdelle y Despian para que la escultura vuelva a recobrar la importancia perdida. A partir de este momento surgen en Europa diversas direcciones. La escultura adquiere unas veces carácter lírico (José Llimona), otras vitalista (Clara, Wouters, Virginio Arias), monumental (Epsteín, Gaudier, Moore), clásico (Maillol, Martínez, Hugué), cubista (Archipengo, Gonzáles), pétreo (Duchamp-Villon, Mansu, Brancusi), abstracto (Arp. Ferrant, Viani), sin faltar tampoco la estructuras metálicas de hiero forjado (Zipchnitz), de chapas retorcidas (Gargallo) o mecánicas (Pevsner, Calder). Dentro de España, debemos mencionar como últimos valores a Capuz, Rebull, Hernández, Macho y Subirach. En la América latina, son también figuras importantes, el mexicano Asúsolo, el argentino P. Curatella y los chilenos Lorenzo Domínguez y Mario Irarrazaval.